5.4.10

MENSAJE DE PASCUA 2010

A todos los que aman, sufren, sueñan, esperan y retoman cada día los caminos y vueltas de la vida en los departamentos de MALDONADO, ROCHA y LAVALLEJA, que conforman las dos diócesis a cuyo servicio estoy, les deseo de todo corazón ¡MUY FELICES PASCUAS!

Sin duda que estamos conmovidos por el VIA CRUCIS no sólo en las celebraciones diversas al rememorar los dolores de Cristo, sino también por las llagas de la humanidad que prolongan y amplían su presencia histórica. En nuestro propio continente las catástrofes de Haití y Chile, en nuestra patria inundaciones y temporales, ausencias de seres queridos víctimas de accidentes o de la violencia, del abandono, de la pasta base, etc., nos hacen palpar el dolor del VIERNES SANTO en todas sus variantes. Me tocó de cerca, hace un mes, acompañar con la oración, lágrimas y silencio a una familia en la playa: un rato antes su hijo de 10 años, tras esfuerzos desesperados, no pudo ser salvado de las aguas del río.

¿Por qué menciono todo esto?
A veces sentimos que nos encontramos al “descampado” y que en cualquier momento nos puede “llevar la corriente”, a no ser que tengamos una base firme, una PERSONA que nos contenga y sostenga. EL VIERNES SANTO de cada día no tendría sentido ni solución sin la PASCUA, la RESURRECCION de JESUCRISTO, el SALVADOR. Su VIA CRUCIS culmina en una VIDA plena, eterna y para todos. EL nos regala su VIDA que nos da la fuerza y motivación para crecer en solidaridad, perseverar en los buenos propósitos y concretar las ideas positivas, tanto en el trajín diario como en las decisiones de trascendencia. Es la clave de toda la existencia personal y colectiva que nos humaniza profundamente, no una fórmula mágica ni una receta automática.
Esta fe es el gran aporte de los cristianos en la construcción permanente de un país que quiere crecer en equidad, justicia social, en la concreción de proyectos públicos y privados ingeniosos y solidarios, en el campo e interior donde vivir sea tan gratificante como en el acceso al progreso en el área humana, en el respeto a toda la vida humana desde la concepción ¡si o si!.

Todos los bien intencionados creyentes, agnósticos o ateos, ya están implicados en esta tarea común, pero la fe pascual da una fundamentación última, innegociable, al compromiso de cada día. Amar a JESUCRISTO, muerto en la cruz y resucitado, nos da una motivación que cimienta y renueva la perseverancia, a pesar de todo lo que pueda pasar…

Me despido con el saludo inicial deseando que la RESURRECCION de CRISTO en nuestras vidas se haga realidad cada día de nuevo. Una vez más ¡MUY FELICES PASCUAS!

+ RODOLFO WIRZ
Obispo de Maldonado-Rocha
Administrador Apostólico de Minas

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